el taxi la deja a la entrada de la terminal. cuando cruza la puerta, centenares de personas se mueven de un lado para otro: hombres trajeados y mujeres subidas en unos tacones de vértigo; madres que apresuran a sus hijos que se quedan embobados frente a la máquina precintadora de maletas; mochileros a punto de embarcarse en una nueva aventura; parejas que se van de escapada romántica; grupos de colegiales que charlan y ríen emocionados bajo la mirada atenta de sus profesores; árabes, chinos, americanos, alemanes, italianos, rusos, franceses, indios… el aeropuerto es una representación del mundo a pequeña escala y eso le fascina. esa mezcla de nacionalidades, el vaivén incesante de la gente, el tener al alcance prácticamente cualquier destino del mundo, el zumbido de las ruedas de las maletas junto al taconeo de los zapatos interrumpido de vez en cuando por los anuncios del altavoz; voces que permanentemente van recordando que algún avión está a punto de despegar hacia una tierra lejana… sin haber movido un pie de su tierra, se puede sentir a miles de kilómetros de distancia. el aeropuerto siempre le recuerda lo pequeños que somos y lo grande que es el mundo.
se dirige a facturar su equipaje. en un momento está ya en la cola para cruzar a la zona de embarque. esta es la parte más tediosa, nunca tiene claro si debe quitarse los pendientes; por qué unas pulseras le pitan y otras, no; el portátil fuera de la funda… por suerte, es un trámite rápido sin más importancia y, ahora sí, ya al otro lado, esa respiración profunda mientras mira a su alrededor, acompañada por una sonrisa incontenible que se le va dibujando a medida que siente cómo la emoción la invade por dentro. ya está, ya ha empezado su viaje.
marca rumbo hacia la tienda de revistas y libros y los ojea con tranquilidad y delicadeza, leyendo los titulares o el primer párrafo de las novelas cuyas portadas le llaman la atención. 15 minutos más tarde sale con unos chicles de menta y 2 revistas de moda bajo el brazo para el avión y las noches en la habitación, cuando esté metida ya en la cama. se encamina hacia una de las cafeterías, pide un zumo de naranja natural y se sienta en una mesita de la esquina. ese es su ritual, no importa a dónde viaje ni a qué hora tenga el vuelo, le gusta, o necesita, hacerlo, aunque suponga madrugar más. se acostumbró de pequeña, cuando viajaba con su familia y su madre, siempre previsora, los movilizaba a todos para que llegaran al aeropuerto con tanta antelación que siempre les quedaba tiempo para sentarse en la cafetería a tomar algo, y ahora no lo concibe de otra manera, la parada en la cafetería también es parte del viaje. desde ese rincón se toma el zumo despacio mientras observa, curiosa, a su alrededor. eso es lo que más le gusta del aeropuerto: esa familia, es alemana o más del norte?; esas 4 mujeres, estarán solteras o casadas? será una escapada de amigas? habrán dejado en casa maridos y niños?; esa parejita, será la primera vez que viajan juntos?; estos seguro que van a la playa, Menorca? Ibiza?… imaginar e inventar historias, su pasatiempo favorito, y el aeropuerto es el escenario perfecto para ello.
los minutos pasan sin que se dé cuenta, sumergida en ese juego de fantasía. las pantallas ya indican la puerta de embarque. se levanta tranquilamente, recoge la bandeja con el zumo y, con los nervios y excitación propias de una niña de 10 años que no ha cogido nunca un avión, recorre el pasillo que la dirige hacia una nueva aventura.
los minutos pasan sin que se dé cuenta, sumergida en ese juego de fantasía. las pantallas ya indican la puerta de embarque. se levanta tranquilamente, recoge la bandeja con el zumo y, con los nervios y excitación propias de una niña de 10 años que no ha cogido nunca un avión, recorre el pasillo que la dirige hacia una nueva aventura.
feliz viernes 🙂
pd. este post corresponde a la serie #historiasdeunmomento que procuro publicar una vez al mes; son pequeñas incursiones a cualquier momento del día donde se pueda encontrar un instante de bienestar. si te apetece, puedes leer ese momento de calma en el desayuno, las historias que pasan en un trayecto en metro o un viaje a Marruecos en una pausa para comer.
pd. este post corresponde a la serie #historiasdeunmomento que procuro publicar una vez al mes; son pequeñas incursiones a cualquier momento del día donde se pueda encontrar un instante de bienestar. si te apetece, puedes leer ese momento de calma en el desayuno, las historias que pasan en un trayecto en metro o un viaje a Marruecos en una pausa para comer.
Buen finde guapa!!